Era el mejor de los días, todo estaba en paz y una señora les había regalado comida.
Se trataba de don Fermín, un vagabundo que vivía en las calles de la Ciudad de México, afuera del mercado de Sonora.
Don Fermín, tenía vacíos los bolsillos, pero lleno el corazón.
Lo poco o mucho que tuviera, lo compartía con perritos que tampoco tenían hogar. Siempre hallaba la forma de que los 7 tuvieran comida y un lugar calientito donde pudieran dormir.
Es por eso que don Fermín consiguió que los dejaran dormir en una de las bodegas del mercado.
Se acurrucaban entre las cosas embolsadas y al salir el sol todos se preparaban para una nueva aventura.
Todo el tiempo estaban juntos como manada.
Don Fermín era famoso por esa peculiaridad de no tener familia, pero si tener una manada que le llenaba el alma de amor.
Sin embargo, no a todos les caía en gracia su forma de pensar y actuar.
Nadie sabe la razón, pero don Fermín se encontraba en medio de una discusión que desencadenó una pelea a golpes.
Fue tan intensa la golpiza que don Fermín perdió su vida ese día.
Los peluditos quedaron desamparados y como cada noche regresaban a la bodega, queriendo acurrucarse, pero sin don Fermín ya no tenían un refugio, ni una comida garantizada por día.
Vivían entre la basura, buscaban en cada rincón un desperdicio que comer.
Una chica que conocía la historia de don Fermín y su manada, se percató que los perritos estaban vulnerables.
Les tomó fotos y lo publicó pidiendo ayuda de la gente para rescatar a estos 7 peludos.
El refugio “la casa del mestizo” ayudó a 2 perritas: Meche y Canda; los otros 5 fueron adoptados por diversas personas.
Canda es un de las hijas sobrevivientes de Meche, porque aunque don Fermín tenía buena voluntad, no podía esterilizar a sus perritos y regularmente tenían crías.
A veces sobrevivían los cachorros y él los daba en adopción, pero Canda se quedó siempre con ellos.
Cuando llegaron a la casa del mestizo, fue como iniciar desde cero para las perritas.
Las bañaron, vacunaron, desparasitaron, esterilizaron y rehabilitaron.
Al pasar el tiempo se publicaban fotos de Meche, la llevaban al parque España, donde hacen las ferias de adopción, pero nadie preguntaba por ella.
De repente Sofía, estaba conectada a la red y observó una foto de una perrita que parecía sonreír.
Se enamoró de ella por completo y aunque nunca había tenido perro, sabía que ella era muy especial, como si algo las conectara de un inicio.
Sofía y sus papás acogieron a Meche como si fuera de la familia.
Nos cuentan que Meche es un encanto y que pareciera que estuviera ya educada de un inicio, es muy cariñosa, obediente, limpia y sobre todo agradecida.
La nueva manada de Meche nos han demostrado que el amor de un perrito rescatado es incomparable y que a veces solo se debe tener paciencia para encontrarle un lugar ideal a cada uno.
Ellos recomiendan a toda la gente adoptar un perrito rescatado, porque son muy agradecidos y dan amor incondicional.
¿Te gusto la historia?
Si quieres encontrar un amigo de verdad. Encuentra uno en
Gracias a Vivi por la historia