Todo comenzó un día en Xochimilco a las 9 de la mañana. Una chica común trabajaba en Milagros Caninos en la clínica como asistente de medicina veterinaria.
Unos ojos llenos de dulzura color caramelo la observaban fijamente; fue cuando ninguno de los dos lo sabían, pero a partir de ese momento cambiarían mutuamente su vida llenándose de satisfacción.
Flan, el perrito de los ojos hermosos, visitaba la clínica interna del santuario para un cambio de vendaje de su única patita trasera. Había que protegerlo con el vendaje para que jamás se lastimara, ya que Flan era muy especial siendo parapléjico había que cuidar varios aspectos. Al menos eso pensaba la gente, pero él nunca lo pensó así, al contrario, se movía como un perro con 4 patitas. Iba a donde quería en el momento que él lo decidía y si sus llantitas del carrito que usaba para movilizarse se atoraban. Tomaba impulso y con toda su fuerza evadía el obstáculo y llegaba a donde él quería.
Con el paso del tiempo a Flan le dió insuficiencia renal crónica, a veces estaba hospitalizado en la clínica de Milagros Caninos y tenían que llevarlo de emergencia a otro hospital especializado.
La chica que estaba enamorada de la mirada de Flan, no soportaba saber que dormiría en un lugar que no le gustaba o que no fuera confortable. Decidió que iba a ir por él al hospital y se lo llevaría a su casa, dándole los cuidados necesarios para ayudarle.
Milagros Caninos contaba con más de 200 perros y Flan había cautivado a esa chica, le había hecho sentir lo mucho que había en él. Sólo con miradas lejanas y lo que ella más deseaba durante el día era poder terminar su trabajo y llevar a Flan al jardín para acariciarlo y poder platicar un poco con él.
Al cabo de un tiempo, la chica que se enamoró cada vez más de la esencia de Flan tenía que regresar a estudiar y dejo de ir al santuario.
Durante clases podía imaginar a Flan tomando el sol a mediodía, en el mismo lugar de siempre, justo al lado de un arbusto donde se restregaba y fingía que lo acariciaban todos los días con sus ramas. Ella soltaba una sonrisa pensando en él.
Pero esa escena solo estaba en su imaginación porque la realidad era otra. Flan a partir de que ella dejó de ir, no fue el mismo, se deprimió, bajo de peso y no tenía ganas de salir.
Ella recibió una llamada de Milagros caninos y cuando lo vio tan triste en su jaula, no pudo más con el sentimiento y lo adoptó.
La felicidad llenaba sus corazones, fueron directo a comer juntos a un restaurante y aunque no aceptaban perros, no importaba, porque el estar juntos hacia todo perfecto. Compraron comida para llevar y comieron en el auto. Flan era el mejor copiloto junto a su nueva compañera de vida.
Después de la adopción, su rutina cambió totalmente; se iban a la escuela juntos.
Era mucha suerte la que tenían ya que como ella estaba en la facultad de medicina veterinaria aceptaban perros y Flan se empezó a rodear de gente nueva que lo admiraba y le recordaba diariamente lo especial que era por su fortaleza y el amor que tenía al entregarse.
Los fines de semana salían a pasear a parques, alamedas, centros públicos, etc.
Flan se llenaba de energía al ver tanta gente, era tal su emoción que iba directo a ellos y estirando el cuello pedía caricias.
La gente no sabía como actuar, porque no era común ver un perrito andar con su carrito y acercarse con tanto fervor.
Su dueña lo veía y sentía horrible que no supieran tratarlo y entenderlo, no tenía la posibilidad de hablar.
Entonces se le vino a la mente una idea espectacular: un simple letrero con la descripción “regaló abrazos” en su carrito.
Fue suficiente para que él ya no tuviera que correr detrás de la gente y al contrario se acercaran sin temor para sentir todo ese amor que traía desbordándose en su corazón. Había veces que tanta gente rodeaba a Flan que se dejaba de ver a simple vista.
Flan y su dueña comenzaban apenas su aventura. Le crearon una página de internet que fue un verdadero éxito, porque toda la gente lo apoyaba de una manera incondicional.
Viajaron a Puebla, Cuernavaca, San Luis Potosí, Veracruz y la CDMX.
A todos lados que iban, Flan se emocionaba porque sabía de alguna manera que iba a recibir mucho amor.
En cada abrazo conocía gente maravillosa, enseguida lo seguían en redes sociales, para no perderse las aventuras sobre ruedas. Así nacieron los famosos “Flanaticos”.
De todos los lugares que Flan visitó, la playa fue su lugar favorito, podía moverse como él quisiera, sentir la brisa y enterrarse en la arena fresca.
Pero al cabo de un tiempo sus riñones siguieron deteriorándose y una enfermedad secundaria a la insuficiencia renal crónica, que lo llevó al límite; una enfermedad llamada Mandíbula de Caucho, igualmente era degenerativa: luchando contra el tiempo que jamás se iba frenar y nos iba a impedir disfrutar de este pequeño guerrero.
Estos buenos amigos hicieron un acuerdo, donde lucharán para disfrutar el mayor tiempo posible juntos.
Y así fue, Flan sentía después de unos meses que era tiempo de despedirse, momento de transformarse para seguir ayudando y dando amor a más corazones, pero en otro lugar.
El doctor Osvaldo Vital de Milagros Caninos, fue hasta la casa de Flan, donde hicieron todo tan especial que más que una despedida triste parecía un hasta luego lleno de esperanza.
Hoy Flan corre a toda velocidad sin necesidad de un carrito, con el viento tocando su rostro y con su alma colmada de todo lo que vivió.
Se preguntarán ¿Qué le ocurrió a Flan? ¿Por qué era parapléjico? y ¿Por qué tenía tanta seguridad en el mismo?
Al día siguiente que Flan se había ido, su compañera de vida estaba vacía, no sabía si sentirse bien o mal. Pero la vida siempre pone todo en su lugar y cuando lloraba por su ausencia le llegó un mensaje, con toda la historia de Flan, su rescatista la localizó y le contó cómo fue que Flan se convirtió en parapléjico.
En Pachuca Hidalgo en la colonia Cruz, se conoce por ser una colonia de alto riesgo, unos vagos que al parecer estaban drogados, torturaron a Flan, hasta cansarse, no obstante lo aventaron a un canal, los vecinos con miedo de los vagos esperaron y tomaron a Flan, lo metieron a una casa abandonada y ahí estuvo en resguardo durante 15 días.
Después lo reportaron con la rescatista independiente Rubí, que fundó Perros y Gatos en Adopción Pachuca, lo sacó de ahí, en una caja para no lastimarlo más y lo llevó a revisar a una clínica veterinaria donde le dieron los medicamentos para que se curara.
Flan descansaba en un departamento de un amigo de Rubi y le preparaban sopa tibia para que se aliviara pronto; notaron que cada vez que ellos decían “sopita”, él volteaba y se emocionaba, así que ese fue su primer nombre: Sopita.
Pasaron 4 meses y el amigo que le prestaba el departamento, decidió aplicarle la eutanasia a Flan, porque pensó que no tenía oportunidad de ser adoptado.
Nunca se supo que sucedió en realidad, ya que el anestésico no le hizo efecto y permaneció con vida.
En la tarde que llegó Rubí y jugaba con Flan, su amigo al verlos se impactó y le confesó todo. A veces la vida tiene misterios y no sabemos si es suerte, fortaleza o destino, pero lo único cierto es que Flan seguía disfrutando como si nada hubiera pasado.
Podía ser que el anestésico no era suficiente, para que el muriera o simplemente sus ganas de vivir le ayudarán.
Rubí sacó inmediatamente a Flan de ahí y se lo llevó a su casa, ese mismo día escribió a Milagros Caninos y se lo recibieron para convertirse en el famoso perro que se negó a morir.
Hay más historia detrás de Flan, cosas que quizás nunca lleguemos a saber, pero lo importante de su vida es lo que nos transmitió, él supo perdonar la maldad extrema, supo cambiar el dolor por amor y tuvo convicción en todo momento para salir adelante y llegar a donde quería.
Cuando veas un perrito en la calle, no lo ignores: voltea a verlo, ayúdalo y recuerda que puede ser un Flan más que ha pasado por cosas inimaginables y que solo nosotros y cada uno podemos hacer una gran diferencia.
A pesar de nuestros problemas, a pesar del peso que llevamos dentro, debemos recordar que siempre que se tenga la convicción en la mente y el corazón se puede llegar ahí donde tu deseas. Porque eso y más nos dejó Flan, dándonos valor para vivir al máximo.
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Gracias a Vivi por la Historia.