Los perritos y gatitos de Estambul en Turquía son muy queridos y cuidados.
Cuando vas caminando por las calles no ves a la gente paseando a sus perros, como lo notaríamos en México.
Algo único sucede en esta ciudad Euroasiática; se pueden ver a los 10 mil perritos y 125 mil gatitos libres por toda la ciudad, en las plazas, banquetas, comercios, están donde se sienten más cómodos; los habitantes tienen la idea de que los animales les pertenecen a todos y son responsabilidad de cada uno.
Restaurantes, comercios, domicilios y cualquier persona les da de comer diariamente. Es común que al comer el almuerzo, se acerquen los perritos y gatitos para pedir un poco, la reacción de la gente es totalmente amigable como si compartieran con compañeros o familiares.
Hacen platos reciclados con garrafones de plástico y los colocan por todos lados, con agua y croquetas.
Todas las noches los restaurantes al cerrar, suelen servirles un manjar a los animalitos, ellos al estar tan acostumbrados, saben la dinámica y corren para llegar a tiempo a cenar.
Por las mañanas hay gaviotas que exigen su desayuno, posan en las terrazas de los hoteles y comienzan a graznar. Los meseros salen con platos llenos de fruta y la gente disfruta de esta convivencia con las aves.
En algunas partes de la ciudad colocaron máquinas de reciclaje, funcionan colocando una botella de plástico en su interior y al detectarla cae una porción de croquetas en un plato instalado, también tiene un tubo donde le puedes verter agua.
La ciudad es su hogar, no tiene lugar fijo, pero si tienen muchas familias que cuidan de ellos, si están enfermos o si necesitan algo en especial, la gente ve por su bienestar, los llevan al doctor o si hace mucho frio los meten a sus hogares, establecimientos o ponen casitas en la calle para su resguardo.
Sin embargo, no siempre fue así. Casi al concluir el Siglo XIX, el sultán otomano Abdülaziz decretó que los perros debían ser capturados y deportados a la isla Sivriada, ubicada en el Mar Mármara.
La razón del exilio fue porque el Comité de Unión y Progreso (CUP) consideraba que los 80 mil perros callejeros eran un impedimento para modernizar el territorio.
La sobreexplotación de perros desapareció en la isla, ya que fueron muriendo de inanición o de peleas para sobrevivir.
Décadas más tarde, en 1911, el gobernador de Estambul liberó los perros de la isla, realizando un censo, esterilizándolos, vacunándolos y desparasitándolos.
Fue así que Estambul se volvió a poblar de los perritos, pero con un control y concientizando a la gente con tenencia responsable, así se obtuvo un equilibrio en la ciudad.
Para tener esa gestión les colocaron un chip en su oreja que muestra su número de registro y la historia médica, así como su cuadro de vacunación de cada año, desparasitación y esterilización.
Desde entonces cualquier otro intento de reducirlos o eliminarlos es visto como una atrocidad.
Hay un dicho turco, que suele decir: “si le haces mal a un animal, necesitas construir una mezquita para que Dios te perdone”
En 2009 el gobierno de Turquía aprobó una ley que sentencia a las personas que dañen a los animales callejeros, además de que existen multas si se les retiras el alimento o lo quitas de su lugar de descanso.
Actualmente las personas de la ciudad de Estambul están muy encariñadas con los animalitos y se han negado varias veces a que el gobierno concentre a todos en parques o refugios porque ellos forman parte fundamental de su vida diaria.
Es un gran ejemplo para todos y ojalá ocurra en todas las ciudades del mundo.
Host a Pet tiene cuidadores de perros en la Ciudad de México.
Gracias a Vivi por el Artículo.